divendres, 6 de juny del 2008

Aprendizaje en línea

Chats, mails... ¿esto va en serio?

El camino ha sido largo, pero por fin hemos llegado a la última tarea de esta asignatura. Así pues, demos comienzo al capítulo de hoy: “Irene y la tasca final” (así suena a título de peli de Indiana Jones para los clásicos, y de Harry Potter para los no tan clásicos).

El aprendizaje en línea es una posibilidad, que si bien me resulta tanto interesante como atractiva, no puedo decir que haya experimentado muy a menudo. Por desgracia, tengo la impresión de que la mayoría de profesores que he tenido aún no contemplaban estos recursos como algo útil, o incluso recomendable, en la enseñanza de lenguas. Parece que más bien tenían la idea de que se trataba de una diversión, eso sí, muy útil como “recompensa”. Por ejemplo (y aunque esto suene a que escojo un ejemplo de entre las muchas experiencias que tengo, en realidad me tengo que ceñir a la única que tengo), recuerdo que la profesora de francés nos llevaba 4 o 5 veces al trimestre a una aula de informática (en realidad, la única que había en todo el edificio) y nos dejaba “jugar” a aprender francés en línea, para compensarnos por las largas horas de métodos tradicionales con las que nos atormentaba normalmente… evidentemente, estoy exagerando.

Durante esas sesiones realizábamos diferentes tipos de ejercicios: “cartearnos versión moderna” (léase “enviarnos mails”); chatear, todo un avance tecnológico en aquella época; y, finalmente, ejercicios a base de juegos en línea que ofrecía una web dedicada a elaborar este tipo de materiales, aunque no los recuerdo muy bien. Por lo tanto, podría afirmar que traté géneros electrónicos sincrónicos, como el chat y géneros asincrónicos, como el envío de correos electrónicos a otros aprendices de francés de diferentes países.

Esta experiencia, breve pero intensa, ha sido suficiente para percatarme de alguna ventaja y alguna desventaja de esta propuesta de aprendizaje de lenguas. Si miramos el lado negativo, vemos que este tipo de ejercicios hacen que el alumno desaproveche las oportunidades que se derivan de estar en una clase con un profesor y unos compañeros con los que interactuar, factor que considero muy importante, especialmente cuando hablamos de niños. No obstante, este tipo de ejercicios también presenta ciertas ventajas: si bien el alumno interactúa menos con las personas que le rodean, se le da la oportunidad de interactuar con personas que pueden encontrarse en la otra punta del mundo. Además, estos recursos representan toda una serie de oportunidades para personas con ciertos tipos de discapacidades o, por ejemplo, aquellas que, por el motivo que sea, no puedan asistir físicamente a una clase convencional.

Para ir acabando y, dicho sea de paso, para sacar a relucir mi vena friki, no puedo dejar de mencionar los últimos intentos, desesperados según mi opinión, pero ese ya es otro tema (un tema apasionante, por cierto, pero eso vuelve a ser otro tema), de la industria del videojuego por acercar este medio y la enseñanza de lenguas mediante la creación de juegos como Passport, de PSP o English Training de DS.



No me gustaría acabar esta entrada sin antes comentar que considero el aprendizaje de lenguas en línea un método interesante y con muchas posibilidades. Sin embargo, no apoyo que sean los únicos recursos que se empleen durante todo un curso, sino que considero más oportuno que se combinen con otros más tradicionales, de manera que no se desaprovechen las oportunidades que ambos ofrecen.

Creo que con esto ya puedo dar por finalizada mi labor en este blog, una tarea que me ha llevado por el camino de la amargura a veces, pero que también me ha dado la oportunidad de expresarme sabiendo que alguien me va a leer, aunque sea por obligación :p jeje. Siento no poder afirmar que haya sido mi experiencia favorita, y los compañeros que se hayan visto que les faltaban por lo menos 24 horas más al día me comprenderán, pero tampoco puedo decir que haya sido horrible. Simplemente, me hubiera gustado poder disfrutar un poco más de la actividad, que me ha parecido original y divertida, aunque para ello hubiera necesitado o bien dejar de dormir para tener más tiempo, o bien tener menos trabajo en general, ambas soluciones imposibles, lo prometo.

Y con esto y un bizcocho... ¡hasta pronto! :P

Evaluación

(ción ción ión ón…)


Y después de un breve “Kit Kat” para aprender inglés, o español, aún no lo tengo claro, por fin llegamos a la quinta tarea del blog, con uno de los temas que levanta más temores (y visitas al lavabo) entre los estudiantes: la evaluación (ción ción ión ón… el eco es para darle más emoción al asunto). Así pues, empecemos.

Si pienso un poco en los enfoques de evaluación que he experimentado a lo largo de mi vida, creo que, en general, predominan los de tipo sumativo, cuantitativo y criterial. A juzgar por mi experiencia, entre éstos y los demás enfoques, no hay unos mejores que otros, sino que diferentes situaciones requieren diferentes enfoques. Por ejemplo, entiendo que las clases de inglés de bachillerato se evalúen a partir de un enfoque sumativo, cuantitativo y criterial, ya que es lo que al profesor le será más útil para indicarle al alumno si, por ejemplo, está preparado para examinarse de esta materia en la selectividad (vidad vidad dad ad… ¿se nota que me gusta el efecto dramático?). Pero si, por ejemplo, nos encontramos ante el caso de una persona que esté realizando un curso de alemán en Alemania, tal vez sería más conveniente una evaluación formativa o continuada, cualitativa e ipsativa, ya que el objetivo final del alumno es aprender la lengua para comunicarse, y no tanto conseguir una puntuación mínima exigida para aprobar una asignatura, pasar de curso o aprobar un examen.

Respecto a los propósitos de evaluación, creo que en un momento u otro he experimentado todos los tipos presentados en clase: he realizado pruebas diagnósticas a principio de algún curso de lenguas, tanto en el instituto como en academias de inglés (¿a quién no le suena el típico “no os asustéis, que sólo es para saber como vais de inglés?” frase que, por cierto, no tiene ningún efecto tranquilizador en el alumno, que se asusta igualmente); las pruebas de aprendizaje, por ejemplo, eran los típicos exámenes semanales para ver si dominábamos los verbos irregulares que nos habían enseñado; como prueba de adscripción, recuerdo la que hice cuando me cambié de academia de inglés y me hicieron hacer una “prueba de nivel”, para saber en que curso me ponían; de competencia, nunca olvidaré el First (¿por el examen? Qué va, porque me dejó boquiabierta ver el recinto que visitaba anualmente para asistir al Salón del Manga convertido en una gran aula llena de gente dispuesta a copiar… digo, a aprobar); y finalmente, los clásicos, las pruebas de “assoliment” en las que te juegas el todo por el todo, a vida o muerte (decididamente, hoy me he levantado con ganas de dramatismo).

Del mismo modo, a lo largo de los años también he experimentado todo tipo de instrumentos de evaluación, aunque de los que hemos visto, creo que los que han predominado en mi enseñanza de lenguas son los tests de elección múltiple (los benditos tests de elección múltiple, que podías hacer tú o con la ayuda de un dado: “Si sale par pongo la a y si sale impar la b”…luego llegaban los ceros, rotundos y cósmicos, que decía mi “profe” de literatura, pero esa es otra historia…), trabajos en equipo (o “pelea inminente en equipo”, dependiendo de los compañeros que te tocaban) y ejercicios en clase.

¿Experiencias memorables? Mmm, sí, recuerdo algo (modo “abuelo cebolleta” on). Corría el año 1964 cuando… no, Irene, céntrate. Fue hace unos años, en clases de inglés de la academia del barrio. El profesor nos estaba preparando para presentarnos al First y, de vez en cuando, hacíamos simulacros de examen. Para la parte oral, nos hacía pasar de dos en dos a otra aula, y como en el examen real habría dos examinadores, él recreaba la escena tal que así: se sentaba en una silla y a su lado “sentado”, ponía a su colega Mr. Escoba; efectivamente, cogía una escoba, le ataba un globo a modo de cabeza, le pintaba una cara sonriente y nos lo presentaba como el otro examinador, que estaba allí sólo para escuchar (aunque conociendo al profesor no me hubiera extrañado que consiguiera que aquella escoba hablara…). Menudo ejercicio, era todo un reto de concentración, por eso de no empezar a reírte de Mr. Escoba….

Finalmente, quería decir que, en el contexto de las L2, en general considero que la evaluación que he recibido a lo largo de los años ha sido más o menos justa. Lo único que puedo reprochar a los profesores que he tenido es que hayan hecho tanto hincapié en la gramática y la comprensión y la expresión escritas, de manera que la comprensión y la expresión orales han quedado prácticamente en el olvido.

En fin, creo que hoy me he excedido con esta entrada, así que mejor me “callo” ya. Así pues, llegamos a la recta final de este querido y odiado a partes iguales (o no tan iguales) blog.

dimecres, 4 de juny del 2008

Gomaespuminglis

Las clases de inglés para aprender español

Para aquellos que no hayan tenido la oportunidad de disfrutar de esta obra maestra de la creación audiovisual, aquí os dejo un vídeo que hará de vuestro tiempo libre (que seguro que a estas alturas del curso os sobra...) el mejor tiempo empleado en años (hay que saber darse publicidad).


Pártete de risa.