divendres, 6 de juny del 2008

Evaluación

(ción ción ión ón…)


Y después de un breve “Kit Kat” para aprender inglés, o español, aún no lo tengo claro, por fin llegamos a la quinta tarea del blog, con uno de los temas que levanta más temores (y visitas al lavabo) entre los estudiantes: la evaluación (ción ción ión ón… el eco es para darle más emoción al asunto). Así pues, empecemos.

Si pienso un poco en los enfoques de evaluación que he experimentado a lo largo de mi vida, creo que, en general, predominan los de tipo sumativo, cuantitativo y criterial. A juzgar por mi experiencia, entre éstos y los demás enfoques, no hay unos mejores que otros, sino que diferentes situaciones requieren diferentes enfoques. Por ejemplo, entiendo que las clases de inglés de bachillerato se evalúen a partir de un enfoque sumativo, cuantitativo y criterial, ya que es lo que al profesor le será más útil para indicarle al alumno si, por ejemplo, está preparado para examinarse de esta materia en la selectividad (vidad vidad dad ad… ¿se nota que me gusta el efecto dramático?). Pero si, por ejemplo, nos encontramos ante el caso de una persona que esté realizando un curso de alemán en Alemania, tal vez sería más conveniente una evaluación formativa o continuada, cualitativa e ipsativa, ya que el objetivo final del alumno es aprender la lengua para comunicarse, y no tanto conseguir una puntuación mínima exigida para aprobar una asignatura, pasar de curso o aprobar un examen.

Respecto a los propósitos de evaluación, creo que en un momento u otro he experimentado todos los tipos presentados en clase: he realizado pruebas diagnósticas a principio de algún curso de lenguas, tanto en el instituto como en academias de inglés (¿a quién no le suena el típico “no os asustéis, que sólo es para saber como vais de inglés?” frase que, por cierto, no tiene ningún efecto tranquilizador en el alumno, que se asusta igualmente); las pruebas de aprendizaje, por ejemplo, eran los típicos exámenes semanales para ver si dominábamos los verbos irregulares que nos habían enseñado; como prueba de adscripción, recuerdo la que hice cuando me cambié de academia de inglés y me hicieron hacer una “prueba de nivel”, para saber en que curso me ponían; de competencia, nunca olvidaré el First (¿por el examen? Qué va, porque me dejó boquiabierta ver el recinto que visitaba anualmente para asistir al Salón del Manga convertido en una gran aula llena de gente dispuesta a copiar… digo, a aprobar); y finalmente, los clásicos, las pruebas de “assoliment” en las que te juegas el todo por el todo, a vida o muerte (decididamente, hoy me he levantado con ganas de dramatismo).

Del mismo modo, a lo largo de los años también he experimentado todo tipo de instrumentos de evaluación, aunque de los que hemos visto, creo que los que han predominado en mi enseñanza de lenguas son los tests de elección múltiple (los benditos tests de elección múltiple, que podías hacer tú o con la ayuda de un dado: “Si sale par pongo la a y si sale impar la b”…luego llegaban los ceros, rotundos y cósmicos, que decía mi “profe” de literatura, pero esa es otra historia…), trabajos en equipo (o “pelea inminente en equipo”, dependiendo de los compañeros que te tocaban) y ejercicios en clase.

¿Experiencias memorables? Mmm, sí, recuerdo algo (modo “abuelo cebolleta” on). Corría el año 1964 cuando… no, Irene, céntrate. Fue hace unos años, en clases de inglés de la academia del barrio. El profesor nos estaba preparando para presentarnos al First y, de vez en cuando, hacíamos simulacros de examen. Para la parte oral, nos hacía pasar de dos en dos a otra aula, y como en el examen real habría dos examinadores, él recreaba la escena tal que así: se sentaba en una silla y a su lado “sentado”, ponía a su colega Mr. Escoba; efectivamente, cogía una escoba, le ataba un globo a modo de cabeza, le pintaba una cara sonriente y nos lo presentaba como el otro examinador, que estaba allí sólo para escuchar (aunque conociendo al profesor no me hubiera extrañado que consiguiera que aquella escoba hablara…). Menudo ejercicio, era todo un reto de concentración, por eso de no empezar a reírte de Mr. Escoba….

Finalmente, quería decir que, en el contexto de las L2, en general considero que la evaluación que he recibido a lo largo de los años ha sido más o menos justa. Lo único que puedo reprochar a los profesores que he tenido es que hayan hecho tanto hincapié en la gramática y la comprensión y la expresión escritas, de manera que la comprensión y la expresión orales han quedado prácticamente en el olvido.

En fin, creo que hoy me he excedido con esta entrada, así que mejor me “callo” ya. Así pues, llegamos a la recta final de este querido y odiado a partes iguales (o no tan iguales) blog.

2 comentaris:

Unknown ha dit...

Hola Irene jajaja me he reido mucho con esta entrada y es que Mr escoba tiene su aquel, la verdad es que hay profesores verdaderamente ingeniosos, pero para nuestras desgracia no abundan jajaj Yo nunca me he presentado a un examen de certificación oficial, pero debe impactar, creo que será parecido a la sele, ¡Qué tiempos aquellos! jajaja

Nos vemos

Ester Ballester ha dit...

Hola IRene!
Yo también creo que cada situación requiere una manera de evaluar diferente, dependiendo del objetivo que se le quiera dar a la evaluación. Yo también he sufrido este tipo de exámenes orales en la academia de inglés, pero sin Mr Escoba jajajaja

Hasta la próxima!